tag:blogger.com,1999:blog-19052831796544516272024-02-08T21:07:02.410+01:00Pienso, siento, sufro a veces... luego soy mujer.Sólo relatos de ficción, o no...Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.comBlogger88125tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-57214752238796136462012-08-04T04:45:00.003+02:002022-08-28T21:36:48.490+02:00La chica que vino del esteSórdido, solo me viene a la cabeza esta palabra. La ciudad, sus gentes, mi barrio; el manto plomizo de este clima lo abate todo, como una invasión silenciosa y despiadada de la que nada ni nadie sale indemne.<br />
<br />
-A Ulrica la conozco desde hace un año -me cuenta mi vecina Ana, una de las pocas personas con las que he trabado cierta complicidad desde que me he instalado aquí-. Es de Macedonia... <br />
-¿Es griega, entonces? –la interrumpo.<br />
-No, no de la República de Macedonia. Menuda trifulca tienen con los griegos por el nombre de marras. Si supieran que para nosotros es un postre, -se ríe y bebe un sorbo de café-. Ya ves, así somos los humanos, capaces de montar casi una guerra por un simple nombre. Y después nos extrañamos de las barbaridades que hemos cometido. En fin, como te decía la familia de Ulrica lo pasó muy mal, primero por la guerra de los Balcanes y después por el conflicto del Kosovo. Ella se marchó porque no veía ningún futuro y bueno... aquí va haciendo cositas... pero nada seguro, -baja la vista y nos quedamos en silencio.<br />
<br />
Al día siguiente, cuando volvía de trabajar, me topé con alguien que se había sentado en la escalera, delante del rellano de mi apartamento. Primero pensé que era un chico por su vestimenta, por su gorra calada, y por el pelo, rapado a lo militar. Apenas alzó la vista y le pude ver la cara, me di cuenta en seguida de que se trataba de la chica macedonia. La saludé con un escueto hola y ella musitó lo mismo. No sé si me perturbó más su mirada azul, afilada como un puñal o el gesto de encogerse y restregarse el brazo izquierdo con la otra mano, como lo había visto hacer tantas veces a mi hermano, colocado hasta las cejas, cuando bajaba a buscarlo por los soportales del puerto. <br />
Cerré la puerta del apartamento sin volverme, con el corazón encogido.<br />
<br />
-Ni loca le dejo las llaves del apartamento -me dice Ana-. Es capaz de invitar a sus amistades sin que esté yo. <i>Ulri</i> es legal pero las otras... Algunas son macedonias, como ella, aunque sospecho que en realidad se trata de albanesas, pero me lo oculta. Cree que tengo prejuicios, y no es verdad, te lo aseguro; solo que no me gustan los trapicheos de esta gente... <br />
<br />
<br />
Cuando salimos un día de copas, Ulrica nos acompañó. Los bares eran sórdidos, como no podía ser de otra manera en esta ciudad. Ana notó mi desánimo y me tomó del brazo cariñosamente. Ulrica nos observaba con curiosidad. La mirada escrutadora que recordaba del primer día se había esfumado y, aunque su afabilidad y atención no parecían impostadas, su forma de mirar seguía incomodándome. <br />
<br />
-No sé si pedir el traslado a esta ciudad fue un error -le confieso a Ana-. Pero estaba tan jodida por lo de mi ex que no dudé en poner tierra por medio.<br />
<br />
-No te preocupes, <i>Ulri</i> y yo te cuidaremos y no dejaremos que puedan contigo, -me contesta antes de besarme en la mejilla-. No te muevas, voy a por las copas. <br />
Ulrica se aproxima entonces. No creo que haya escuchado nuestra conversación pero estoy segura de que Ana la tiene al corriente.<br />
<br />
-El otro día, en la escalera, no te asusté ¿verdad? -me pregunta con un fuerte acento.<br />
-En absoluto -le respondo-.<br />
-Yo no suelo estar así, como me viste. Aquel día era un mal día para mí...<br />
-No te preocupes, todas podemos tener algún día malo -le digo para zanjar el asunto. <br />
<br />
Nos quedamos en silencio un momento. Se acerca a mi oído y me susurra:<br />
<br />
-Me alegro de que Ana y tú seáis amigas. A ella le cuesta. Todo lo contrario que yo. Hago amistades con demasiada facilidad. <br />
<br />
Le aclararía que Ana no debe considerarme todavía una amiga porque jamás me ha mencionado su relación íntima. Solo me habla de ella como si se tratara de una amiga, eso sí, una amiga un poco descarriada y necesitada de su ayuda. Supongo que la diferencia de edad, o la vida que lleva Ulrica deben pesar demasiado. <br />
<br />
<br />
<br />
Los días se suceden con la monotonía de siempre. Trabajo hasta tarde para no tener que llegar pronto a casa. La noche es un bálsamo; camufla el perenne cielo encapotado, disimula la fealdad de esta ciudad, emborrona los rostros de abulia de sus habitantes. Aunque hay otra razón más poderosa para alargar mi jornada laboral: no tener que toparme de nuevo con Ulrica a solas. Me siento vulnerable si no está Ana. <br />
<br />
Últimamente veo poco a Ana. Somos vecinas, así que tenemos oportunidad de encontrarnos a menudo, y, sin embargo, nuestras salidas se han espaciado y las conversaciones se han vuelto más banales. No creo que se haya dado cuenta del desasosiego que me produce Ulrica. Cuando coincidimos las tres, mi trato es normal, con el preciso punto de displicencia que, sin ser desdeñoso, me resguarda de ella.<br />
<br />
<br />
Se oyen risas y voces en el rellano de la escalera. Son las dos de la mañana. Suena el timbre de mi apartamento. Cuando abro la puerta, Ana aparece sonriente y bastante borracha. <br />
<br />
-Anda ponte algo y ven a mi casa que celebramos el cumpleaños de <i>Ulri</i> -me dice blandiendo una botella de vodka.<br />
<br />
Se queda apoyada en el quicio de la puerta, sin ninguna intención de moverse si no la acompaño. No me queda más remedio que vestirme a toda prisa, con lo primero que pillo. Se tambalea de forma lastimosa. Le paso el brazo por la espalda para evitar que se desplome y la llevo a su apartamento. Allí está Ulrica y tres amigas más. Dos de las chicas deben ser algunas de las albanesas de las que Ana me había hablado. <br />
Cuando nos ven aparecer solo Ulrica se acerca para ayudarme. La llevamos directamente al dormitorio. Ella se resiste porque quiere poner música. <br />
<br />
-Quiero bailar contigo -dice dirigiéndose a mí. Apenas puede vocalizar. Las otras se ríen de su torpeza<br />
-Claro, busco una canción y vengo a por ti, -le respondo mientras la acomodo en la cama.<br />
<br />
La chica que no es extranjera le dice a Ulrica. <br />
-Ni un tío bebe como vosotras. ¡Joder con las albanesas! ¿qué os dan de pequeñas, vodka o leche para mamar?<br />
<br />
Ulrica la fulmina con la mirada, se acerca a la puerta y la cierra de un portazo.<br />
<br />
Nos quedamos las tres solas en el dormitorio. Ulrica se arrodilla cerca de la cama, toma la mano de Ana y empieza a hablarle cerca de su mejilla, mezclando palabras de su idioma con otras que entiendo demasiado bien. Salgo de la habitación para irme directamente a mi apartamento.<br />
<br />
Cuando estoy a punto de entrar, aparece Ulrica tras de mí. <br />
-Gracias por ayudarme con Ana. No debimos haberte molestado. Ha sido un error. Ahora mismo echaré a esas pesadas de su casa...<br />
-No ha sido nada -le respondo secamente.<br />
-Ana te quiere -me dice de pronto.<br />
<br />
El corazón me da un vuelco, por un momento pienso que habla de ella y no de Ana. Pero está hablando de Ana, la misma Ana a quien se ha dirigido en el dormitorio, la misma Ana con la que intima. Cierro los ojos apesadumbrada. Entonces se acerca y toma mis manos. Su expresión, afectuosa, contrasta con la determinación con que me sujeta las manos, como si quisiera asegurarse de que lo he entendido, de que no estoy excluída. <br />
Estoy a punto de echarme a llorar. Una extraña, retraída y acogotada, aparece en sus vidas, y su forma de acogerla, de ofrecerle su hospitalidad no es otra que quererla.<br />
<br />
-Yo también la quiero -le contesto.<br />
<br />
La lluvia arrecia fuera y aún así, por primera vez, empiezo a sentirme reconfortada en esta ciudad.<br />
<br />
-¿Verdad que no le dirás que soy albanesa? -me dice Ulrica.<br />
-Ana ya lo sabe -le respondo.<br />
-¿Desde cuándo? <br />
-Yo creo que desde siempre.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-59363757917718484702012-05-18T03:03:00.001+02:002013-01-20T16:48:21.892+01:00Arvo Pärt-A mi madre le hubiera gustado que sonara esa pieza en su funeral -insiste mi hermana.<br />
<br />
Pero el de la funeraria nos repite que el repertorio solo incluye esa lista que, a modo de menú, nos han entregado para elegir. Una amalgama que va desde el “Nessun Dorma” de Puccini, pasando por “Let it be” de los Beatles, el “Ave María” de Shubert o... ¡el “Candle in the wind” de Elton John! <br />
<br />
-Si quieren contratar otros músicos... pero la póliza no cubre ese extra.<br />
<br />
Mi hermana me toma del brazo y nos apartamos unos pasos.<br />
<br />
-Podemos hablar con tío Fred, igual consigue que la aseguradora lo pague... -me susurra ella.<br />
-Fred trabaja en seguros de coches, no de muertos.... digo de decesos -la corto en seco. <br />
-Bueno, quizá tenga contactos...<br />
-Claro.... pero ahora no nos hacen falta talleres de reparación que hagan la vista gorda haciendo pasar como accidentes tus torpezas aparcando -le contesto irritada, harta de sus ocurrencias.<br />
<br />
Me acerco de nuevo al hombre que empieza a impacientarse.<br />
<br />
-El caso es que ya no nos da tiempo a contratar a nadie. Tal vez podrían hacer una excepción.<br />
<br />
El hombre me mira como si le estuviera pidiendo la luna.<br />
<br />
-No es posible. No creo que tengan la partitura y además están los derechos de autor...<br />
<br />
En ese momento veo que una chica con un violín sale de una de las capillas.<br />
<br />
-Denos diez minutos para elegir -le digo al tipo blandiendo la lista.<br />
<br />
El hombre masculla algo y se va contrariado. Aprovecho entonces y sigo a la del violín para alcanzarla adonde el hombre no pueda vernos.<br />
<br />
-Perdona, ¿mañana trabajas a las seis de la tarde? Es que quisiera preguntarte algo sobre esto -le digo mostrándole la lista. <br />
<br />
-Sí, toco a esa hora -me responde sorprendida.<br />
<br />
-Para el funeral de mi madre nos gustaría que sonara una pieza que era muy especial para ella, pero no está aquí. Se trata de una obra de Arvo Pärt: “Spiegel im spiegel".<br />
<br />
Viendo cómo me observa me doy cuenta de la pésima impresión que le debe haber causado mi inopinada petición. La chica, antes de decirme nada, se acomoda el arco y el violín bajo el brazo; mira a su alrededor, como si buscara la respuesta por algún rincón, aunque me da que solo está tratando de encontrar las palabras más apropiadas para librarse de mi, pero inesperadamente acaba por decir:<br />
<br />
-Toco en un grupo de cámara que solo interpreta música de la segunda mitad del siglo XX y la tenemos en el repertorio.<br />
<br />
-Gracias a Dios hay vida más allá de Mozart y Vivaldi -le contesto animada por la coincidencia, y, por qué no, para congraciarme con ella.<br />
<br />
Se queda mirándome con cara de circunstancias. Al momento me doy cuenta de la tontería que acabo de decir. Lleva la partitura de “Candle in the wind” en la mano. Pero para mi sorpresa, me saca del apuro diciendo:<br />
<br />
-El pianista que me acompaña aquí también está en el grupo, así que ambos la conocemos. Mañana la tocaremos, no habrá ningún problema.<br />
<br />
<br />
La ceremonia transcurría con la normalidad que se espera en esta liturgia. Los más allegados a mamá intentábamos llevar lo mejor que podíamos nuestra aflicción. Mi hermana, desconsolada, no paraba de llorar. Y entonces arrancaron con Arvo Pärt y ocurrió. Los sollozos cesaron: enmudecimos, como si el piano y el violín hubiesen tomado el testigo de nuestro duelo. Y todos, hasta los menos cercanos a mamá, emocionados, nos vimos arrastrados por la música intensa y profunda que emanaba de dos soberbios y desconocidos músicos. Ambos, concentrados en sus partituras, no parecían darse cuenta de la turbación que estaban causando. <br />
<br />
Cuando terminaron, al capellán le costó seguir con la ceremonia, como si le diera reparo ocupar con su homilía el vacío que había dejado aquella pieza. Creo que hasta él estaba emocionado.<br />
<br />
Miré a la violinista. Esperaba cruzar con ella alguna mirada para demostrale mi agradecimiento porque sabía que después sería muy complicado, pero mantenía la vista clavada en la partitura. Y así continuó hasta el final, aunque pude observar que la levantó fugazmente para mirar a mi hermana que había roto a llorar de nuevo.<br />
<br />
<br />
Han pasado seis meses desde la muerte de mamá y todavía no he podido, no he querido volver a escuchar “Spiegel im spiegel”. De vez en cuando me viene a la cabeza la generosa violinista. No pude darle las gracias con todo el trajín al acabar la ceremonia. Me pregunto si no quedaría muy fuera de lugar volver a pasar por la funeraria. Todo esto lo pienso mientras estoy recogiendo el correo del buzón que, como siempre, está atestado de propaganda comercial. La comunidad de vecinos, para evitar que acabe en el suelo, ha puesto una papelera en el rellano para poder desecharla allí mismo. Y en eso estoy con una de las cartas con pinta de contener algún reclamo, cuando me fijo en que mi nombre y dirección están escritos a mano. La abro intrigada y descubro con sorpresa que contiene dos entradas para un concierto a cargo del “Grupo de Cámara Siglo XXI”, con una escueta nota manuscrita que dice: “Sí, a veces hay vida más allá de Mozart y Vivaldi”.<br />
Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-62136768521183096652010-12-06T23:53:00.020+01:002012-06-25T23:57:33.389+02:00La dueña del hotelVuelve a alisar la sábana. Observo sus manos como si las viera por primera vez. Si no las conociera tan bien se me antojarían ahora frágiles. <br />
<br />
-Creía que las camas las hacía la chica -le digo por sorpresa desde la puerta que ha dejado abierta.<br />
<br />
-Me he ocupado de tu habitación desde el primer día. <br />
<br />
Su contestación seca y su mirada de soslayo me dejan desconcertada. <br />
<br />
-Has vuelto muy temprano de tu paseo -me dice sin abandonar su tono de reproche mientras rodea la cama para alisar un pliegue revoltoso de la frazada.<br />
<br />
-Demasiado viento. Además, el mar está tan embravecido que es imposible acercarse al espigón o ir por la playa. <br />
<br />
-¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿En el <em>check-out</em>? -Me lanza de improviso. <br />
<br />
Ahora sí me mira directamente a los ojos, con los brazos ligeramente abiertos, mostrándome las palmas de las manos. Vuelvo a reconocer esas manos nervudas aunque increíblemente delicadas. <br />
<br />
Hago un ademán de volver la cabeza hacia el pasillo. Si acabo de comunicarle a su marido que me iré en un par de días, ¿cómo es posible que...? Miro la mesilla: el billete de avión impreso está a la vista. Me apoyo en el quicio de la puerta sin saber qué decir.<br />
<br />
-Tienes tu vida montada aquí -empiezo aturrullada-. Tu marido, este hotel... Yo tengo la mía y no lo digo por Marta... no sé si volveré con ella... No puedo quedarme para siempre. Las dos sabíamos que esto no podía durar eternamente - termino por decir. Pero al momento me arrepiento de haberle soltado esa frase tan trillada. <br />
<br />
Me muerdo el labio inferior; lo percibo salado. Afuera las olas siguen batiendo con furia contra las rocas. <br />
<br />
Avanzo hacia ella, pero antes cierro la puerta tras de mí.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-71905043467415759712010-09-29T00:50:00.008+02:002010-12-08T16:00:32.799+01:00Mi hermanaPapá me guiña el ojo a través del retrovisor. Se lo devuelvo sonriendo. Miro por la ventanilla sin borrar mi rictus. Menos mal que le saqué de la cabeza la idea de contratar una limusina con chófer. <br /><br />Mamá está todavía más nerviosa que yo. Ha bajado más de diez veces la visera para mirarse en el espejo y atusarse el pelo.<br /><br />Siempre creí que no aceptarían mi relación con Marta y ahora están aquí, más emocionados que yo en el día de mi boda. <br /><br />Y queda mi hermana, sentada a mi lado. Estoy segura de que al principio le costó un poco entenderme, es tan tradicional. Pero ahora es distinto. Creo que lo del casamiento nos ha unido como nunca lo estuvimos antes.<br /><br />Suena su móvil. <br />-No... estaré ocupada todo el día. No puedo ir. En serio, no insistas. Además, estoy fuera... ¿Dónde? Pues... es que voy... Tengo una comida familiar y creo que se alargará un poco... Vale. Te llamo. Adiós.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-34346094412646090452010-09-21T00:50:00.004+02:002010-09-21T01:23:54.249+02:00El indeseable visitante-¡Ya sé que son las doce de la noche pero tienes que venir a buscarme...! ¡Te lo suplico, ven! Me veo incapaz de vestirme y coger el coche.... ¡Por favor! <br /><br />Es lo que pasa con las ex, o las apartas hasta convertirlas en un vago recuerdo, o se transforman en la omnipresente amiga-confidente-colega (todo eso que te hubiera gustado tener antes). El problema es la máxima que les rige a partir de entonces: la confianza no tiene límites.<br /><br />Cuando abro la puerta de su apartamento miro con cautela y, por qué no decirlo, con aprensión el suelo. Toparme con un ratón tampoco me entusiasma.<br /><br />Sigo hasta el salón y la veo sentada en el sofá, las piernas recogidas alrededor de sus brazos, con la cara metida entre las rodillas, llorando desencajada.<br /><br />-Mañana pongo el piso en venta -me dice entre sollozos-. Ni me molesto en recoger lo que tengo. ¡No lo soporto! Cuando pienso que ese bicho ha podido pasearse por toda la casa, desde vete a saber cuándo...<br /><br />Consigo calmarla un poco. Le propongo que pase unos días en casa, hasta desratizar y limpiar a fondo el apartamento.<br /><br />Mientras estoy recogiendo ropa del armario no puedo dejar de pensar en la mujer que está llorando al otro lado de la pared, como si la audaz, resolutiva y hasta cierto punto osada persona que conocía se hubiera esfumado; pero no estoy decepcionada ni mucho menos sino enternecida.<br /><br />Antes de salir del dormitorio cargada con su ropa, me fijo que detrás de la cómoda asoman un par de ojitos negros, brillantes, tras un hocico puntiagudo y pequeño. Entreveo que el resto no será mucho mayor. Nos miramos con pavor; aunque estoy segura de que si pudiera hablar aprovecharía para darme las gracias por llevarme a mi alterada amiga.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-11428844218529731422010-06-29T21:17:00.004+02:002010-07-07T00:05:27.227+02:00La quiosquera (de una capital de provincias)-¿Tiene la guía gay de la ciudad?<br /><br />La quiosquera mira de soslayo a derecha e izquierda, toma una publicación del puesto y me contesta bajando el tono de voz.<br /><br />-¿Te la pongo en una bolsita de plástico?Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-31607893859508151652010-06-29T21:12:00.005+02:002010-06-29T22:44:54.729+02:00El taller de escritura-¿No crees que te limitas una poco si tus personajes son siempre lesbianas? -me pregunta una compañera del taller de escritura mientras nos tomamos un café en el bar.<br /><br />-Chica, tienes telepatía –le contesto-, te iba a preguntar lo mismo sobre los tuyos.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-86283473408188024162010-06-29T21:08:00.006+02:002010-06-30T19:54:54.052+02:00La chica nerviosa (y algo dispersa)El pulso acelerado me martillea la sien y, no obstante, sigo tratando de hilvanar en mi cabeza un discurso coherente para cuando acabe esta comedia y tenga que encararme a Anabel, que se ha sentado a mi lado y sigue charlando tranquilamente con otras comensales. <br /><br />Restriego mis manos sudorosas sobre la pernera del pantalón. Piensa, piensa, me digo una y otra vez. Y por Dios, cuando le hables sé coherente, a ver si consigues que deje de tomarte por un bicho raro. Entorno los ojos descorazonada: con estos nervios no lo voy a conseguir.<br /><br />-¿Te encuentras bien? -me dice la que está hablando conmigo.<br /><br />-Sí, sí... sólo son mis lentillas... tantas horas me molestan... -me excuso. <br /><br />Y retoma su monólogo. Hace rato que he dejado de escucharla aunque me cuido muy bien de asentir a cada pausa suya, no vaya a perder el interés y me deje en tierra de nadie. <br /><br />Tiene que ser algo fácil, coherente... Ve a lo seguro, tira de lo trivial, me repito para calmarme. Pero sólo me viene a la cabeza el barbudo Perelman; el genial y excéntrico matemático que ha demostrado la conjetura de Poincaré. Ahora todos le reconocen el mérito, pero primero trataron de tumbar su trabajo y después unos chinos ¿cómo no? copiar su demostración. No me extraña que les haya dado la puerta en las narices a esos estirados y envidiosos matemáticos del Congreso Internacional...<br /><br />-Y bien -me dice Anabel encarándose a mí aprovechando que mi vecina ha hecho una pausa en su tedioso monólogo-. ¿Qué me cuentas?<br /><br />-Todo bien...todo bien... -le contesto aturrullada. <br /><br />Se hace un silencio.<br /><br />Me aclaro la voz y continúo:<br /><br />-¿Crees que este verano será tan caluroso como dicen?Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-37289660086854915212010-06-07T01:30:00.042+02:002012-05-20T21:03:54.330+02:00La sustitutaLa jefa del departamento de I+D, bandeja en mano, ojea la sala una y otra vez. Finalmente se dirige a mi mesa con paso vacilante, como si esperara hasta el último instante que alguien deje un hueco en otra parte. Cuando la alcanza me pregunta resignada, mirando la silla vacía que tengo enfrente.<br />
<br />
-¿Está libre?<br />
<br />
-Sí -le contesto sin más, y aparto el vaso y la botella de agua para que coloque su bandeja.<br />
<br />
-Pensaba que a esta hora habría menos gente... -dice sin mirarme mientras se sienta.<br />
<br />
A estas alturas no me molesta su displicencia, seguramente porque es la única que aún no me ha mencionado el gran parecido que tengo con Marta, la empleada fallecida cuya vacante casualmente he cubierto yo.<br />
<br />
Hace dos meses que estoy en esta compañía y no hay día en que alguien no me lo recuerde. Pero mi gran parecido se acaba en ese punto: la apariencia. Ocurrente, simpática, extravertida... por lo visto la tal Marta los tenía a todos encandilados y yo, más bien, soy lo opuesto. Y ahí está el problema, la decepción que se llevan cuando me comparan, como si mi semejanza física me obligara a tener que ser como ella. <br />
<br />
-¿Qué tal tu periodo de adaptación? -me pregunta al fin. Empezaba a creer que no cruzaríamos una palabra en todo el almuerzo. <br />
<br />
-Extraño -le contesto-. Cubrir un puesto en estas circunstancias y la casualidad de nuestro gran parecido...<br />
<br />
-No te pareces -me corta tajante.<br />
<br />
-Me refería al físico. De lo demás, me ha quedado bastante claro que somos muy distintas -le replico con la misma contundencia, irritada.<br />
<br />
-Yo también hablaba del físico.<br />
<br />
Su respuesta me deja desconcertada. Ella, que no parece haberse dado cuenta, clava la vista en el vaso que ha tomado y continúa:<br />
<br />
-Cuando llegas a conocer a alguien tan bien acaba siendo única, inmune a cualquier comparación.<br />
<br />
Su mirada, siempre circunspecta, languidece ahora.<br />
<br />
-Pero tú no te agobies. En nada, la mayoría olvidará a Marta... -concluye taciturna.<br />
<br />
Se queda pensativa, sombría. Aparto la vista para no violentarla. Enseguida se da cuenta de que ha flaqueado; aprieta la mandíbula y endurece el gesto. Se hace un incómodo silencio.<br />
<br />
-¿Sabes a lo que tampoco me acostumbro? -rompo al fin-. A esta comida -le digo señalando mi plato-. Tendré que traérmela de casa o buscar otros restaurantes.<br />
<br />
Me mira fijamente, como si quisiera descifrar lo que pasa por mi cabeza. No sé si termina por desentrañar algo pero acaba suavizando su semblante hasta decirme: <br />
<br />
-Ya debes suponer que no es un buen momento para mí... pero más adelante, tal vez pueda mostrarte algunos que están muy bien.<strong></strong>Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-44370034317823918302010-05-06T23:58:00.023+02:002012-06-26T00:13:06.236+02:00En la gasolineraLa transacción es sencilla y rápida. Yo le pido cuarenta euros de gasolina del surtidor número ocho; la cajera pasa mi tarjeta por la lectora, yo le firmo el recibo y al final me quedo con el resguardo. Entonces ¿qué falta hace aderezarlo hasta el empalago con “cariños”, “bonitas” y “reinas”? En este lapso me ha dedicado más que todas mis novias juntas. <br />
<br />
-Cariño, bonita -me dice una vez más-, échame un autógrafo aquí.<br />
<br />
Le entrego el comprobante firmado y le pregunto:<br />
<br />
-¿Al final del día te quedan ganas de decirle cosas cariñosas a tu chico?<br />
-No tengo pareja, cielo -me contesta sonriendo-. Pero quién sabe... Por aquí pasa mucha gente - y acaba guiñándome el ojo.<br />
<br />
Y yo que creía que la habían trasplantado del puesto de un mercado... Ahora resultará que se vale de las carantoñas verbales para tirar la caña.<br />
<br />
-Pero tranquila -sigue ella-, aunque me empareje, aquí seguirás siendo una reina.<br />
<br />
Me quedo pensando si contestar, o reír, o despedirme sin más, o... hacerlo todo. La mujer que acaba de entrar y está detrás de mí, aprovecha para pedirle cincuenta euros de gasolina.<br />
<br />
- En seguida, cariño. ¿Cuál es tu surtidor, cielo?Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-12815531837530796082010-05-06T23:51:00.011+02:002012-05-26T18:40:20.492+02:00La rubiaLa fabulosa rubia de sonrisa <em>colgate</em> que me ha abordado esta noche, insiste.<br />
-De verdad que lo soy.<br />
-¡Anda ya! -le contesto siguiéndole la broma.<br />
-¡De verdad que sí...!. -vuelve a repetir entre risas.<br />
<br />
Y así estamos hasta que en un gesto de complicidad, le apunto con el índice al vientre, con la intención de apretárselo, en plan pillina, pillina, no me mientas. Pero cuando lo intento, mi dedo se topa con una coraza pretoriana. Me fijo y no parece que por debajo de su camiseta de tirantes haya nada más que su abdomen.<br />
<br />
-No te puedes imaginar lo dura que es nuestra preparación -se anticipa ella sonriendo ante mi atónita mirada-. En las Fuerzas Especiales de Intervención de la policía si no estás en forma te apartan del servicio en menos que canta un gallo. Somos la élite -me dice orgullosa.<br />
<br />
Pues qué bien, pienso. Y qué chasco. Es poli de verdad y de las duras. No me lo esperaba y la verdad es que no me hace ni pizca de gracia. Con la excusa de pedir una copa me aparto para acercarme a la barra. Necesito un minuto para pensar si me abro o le sigo el juego. Mi colega aprovecha entonces para acercarse.<br />
<br />
-¿Te has vuelto loca? -me dice alarmada- ¿Cómo se te ocurre dejarla sola? ¿No ves que ya la está rondando “la buitre”? Ay, que te vas a quedar sin rubia.<br />
<br />
Observo a la que mi amiga llama “la buitre”; la reina del trapicheo de estos garitos, y ya ha abordado a la despampanante y aguerrida policía. "La buitre" nunca pierde el tiempo, aunque me da que esta noche su señuelo será su ruina.<br />
<br />
-No hay nada que hacer -le contesto aliviada-. Se ve a la legua que están hechas la una para la otra.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-85442067077548862272010-04-23T01:57:00.018+02:002012-06-26T00:34:07.073+02:00La tienda de mueblesLa mujer que está a mi lado, mirando la tienda de muebles, se gira y me dice:<br />
<br />
-Son preciosos pero carísimos.<br />
<br />
La miro, me limito a asentir con la cabeza y vuelvo a echar otro vistazo el comedor expuesto. No le falta ningún detalle.<br />
<br />
-¿Cogiendo ideas? -insiste la mujer.<br />
<br />
-No, bueno... -le contesto sin muchas ganas de dar más explicaciones.<br />
<br />
-Es que trabajo en la cafetería de enfrente y me he fijado que muchas tardes te quedas aquí, un buen rato, mirando la tienda, y me ha parecido que igual tenías interés en comprar algo, o que estabas tomando ideas para decorar...<br />
<br />
La mujer se queda observándome, esperando una contestación. Desvío la mirada al cielo, sólo un segundo; suficiente para que su gris plomizo se precipite como una losa sobre mí. <br />
<br />
-No, es que... -empiezo a decirle con desgana.<br />
<br />
-Déjame que lo intente yo -me interrumpe-. Odias ir de tiendas y de escaparates pero cuando pasas por delante de una tienda de muebles distribuidos como en una casa, tienes que pararte a mirar. No los objetos por separado, sino el conjunto, porque esas estancias te sugieren lugares que has imaginado o que has visto en vivo, o en películas, o en fotografías... A veces, incluso, puedes figurarte a sus ocupantes pululando por allí.<br />
<br />
Hace una pausa, como si quisiera asegurarse de que sus palabras causan el efecto que buscaba.<br />
<br />
-No me mires así. No soy mentalista -se ríe ella-. Simplemente, tenía una amiga que hacía como tú. Ella me repetía, convencida, de que en realidad al ver esas estancias evocaba recuerdos de otras vidas anteriores.<br />
<br />
La mujer suelta otra carcajada y sigue: <br />
<br />
-¿Esa cara es de sorpresa porque otra persona hacía como tú, o de decepción al descubrir que no eres tan original? -y esta última palabra la entrecomilla con los dedos.<br />
<br />
- ¿O ambas? -termina por decir.<br />
<br />
Me la quedo mirando atónita. No creo ni que mi madre, en cien vidas, conseguiría leerme tan bien como acaba de hacer esta desconocida.<br />
<br />
-¿Hablas en pasado de tu amiga porque le ocurrió una desgracia? -le contesto.<br />
<br />
La mujer sonríe. <br />
-No exactamente -me responde.<br />
<br />
Se vuelve hacia la cafetería y dice.<br />
-El café es muy bueno. Te invito a una taza mientras te lo cuento.<br />
<br />
-¿Tu jefe no te echará la bronca? <br />
<br />
La mujer se rasca la barbilla pensativa y contesta:<br />
-Soy dura conmigo misma pero no hasta el extremo de abroncarme. <br />
<br />
Mira el cielo y termina por decirme:<br />
-Creo que una taza de chocolate te sentará mejor.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-8876681563516543792010-03-23T00:15:00.025+01:002012-06-23T19:16:40.130+02:00Mi madre-Mamá, ya no estoy con Alicia. Se ha acabado.<br />
<br />
Cuando hablo de Alicia nunca me mira abiertamente, siempre busca una ocupación para fijar su atención. Mi madre es de reacciones previsibles y simples, muy simples. <br />
<br />
Pero hoy me mira fijamente, como si quisiera hurgar en mi cabeza. Adivino en su expresión una mezcla de alivio y remordimiento. No, no quiero que se sienta mal. Le sonrío. <br />
<br />
-Lo de ir con mujeres ¿se ha acabado entonces?<br />
<br />
No le contesto. Una expresión de angustia invade su rostro. <br />
<br />
-Niña, pues ya sabes que de esto a tu padre, nada de nada.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-33267985189995376932010-03-23T00:15:00.023+01:002010-06-11T17:14:15.376+02:00......-Feliz cumpleaños.<br />-Te has acordado... -me dice sorprendida.<br />Le confesaría que nunca he estado en la Luna, que mi indolencia era impostada.<br />-¡Claro!... aunque una ayudita nunca viene mal- le contesto entre risas, señalando a sus amigas.<br /><br />También le contaría que a veces soy una magnífica embustera.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-69659244201661973342010-03-23T00:15:00.022+01:002010-06-11T17:13:58.615+02:00La mudanza (homenaje a Carver)Apenas puedo sostener la bolsa que cuelga de mi hombro. La maleta está más atiborrada aún; no creo que las ruedas aguanten hasta la parada de taxis. Echo un último vistazo al apartamento. <br /><br />-Quiero que sepas una cosa -le digo antes de cruzar la puerta, intentando disimular mi rabia y mi humillación.<br /><br />Rebusco en mi cabeza y no atino el qué.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-29572793482210658192010-03-09T00:52:00.017+01:002022-08-28T22:45:01.274+02:00La entelequiaEl detective no se extrañó del encargo. Se limitó a examinar la foto de antiguos alumnos y a tomar algunas notas. Yo, al principio, estaba algo cohibida, pero la impasibilidad de aquel hombre me hizo ver que, probablemente, algunos clientes debían pedirle cosas más extravagantes que encontrar y espiar a una mujer de cuarenta años, de nombre Alba Baeza.
Tres meses después, vuelvo a estar en su despacho. Con la misma imperturbabilidad de la vez anterior, el investigador me entrega el dossier. Me dice que contiene fotos recientes e información sobre horarios y lugares que frecuenta. El detective me sugiere que, antes de liquidar la cuenta, lo revise por si no me parece lo suficientemente completo. Pero rehúso. No quiero ver las fotos de la actual Alba ni descubrir qué es de su vida en este despacho frío y funcional, así que, sin ojearlo, pago la minuta y me encamino hacia la puerta. El detective abandona, por una vez, su semblante gris y distante, y mientras me estrecha la mano para despedirse, me sonríe deseándome mucha suerte.
–Era una época complicada... y no pudo ser, nos faltó el coraje, la sinceridad, qué sé yo... A partir de entonces, ya nada fue igual para mí. Pero decidí ponerme el mundo por montera y vivir como me apetecía. Reconozco que no fue fácil. Hay que ser valiente. A veces, es más cómodo esconder los sentimientos bajo la alfombra que aceptarlos.
Al oír esto levanta la vista y pregunta desafiante:
–¿Adónde quieres ir a parar?
–Creo que lo sabes muy bien.
–No tienes ningún derecho –empieza a decir, clavando su mirada como si quisiera asegurarse de que se la va a entender bien–. Fuiste tú la que te esfumaste sin decir nada. No sabes cuánto te eché de menos. Yo creí que éramos amigas, que nos queríamos. Confiaba en ti. Me hubiera ido contigo al fin del mundo si me lo hubieras pedido, sin importarme nada ni nadie. Pero tú, tú tomaste el camino fácil. Te largaste por tu propia voluntad y me dejaste sola. Tu hermano me contó que no te fuiste obligada. ¿Sorprendida? No te atrevas a juzgarme. Yo salía con Javier pero tú con Luis ¿no te acuerdas? Pretendes darme lecciones de valentía porque después te liaste con mujeres ¡Pues felicidades! ¡Te haremos un monumento! Pero yo necesité de tu valentía antes. Y no pienses que después no he vivido como he querido y con quien me ha apetecido. –Y en un tono más suave acaba diciendo–. No creas que te guardo rencor. Cuando nos encontramos el otro día, no vi más que a una antigua amiga a la que quise mucho, y con la que me apetecía salir un noche para recordar las cosas buenas de aquellos tiempos. Todo lo demás está olvidado, es historia...
Baja el tono y no puedo oír más. Se levanta de la mesa para encaminarse al baño pero antes la otra mujer le contesta algo que tampoco alcanzo a oír. Ésta, visiblemente nerviosa, se enciende un cigarrillo mientras la espera. Me mira derrotada. Ni siquiera parece importarle que pueda haberlas escuchado. Lo acaba de entender ahora. Pero a mí no me hará falta saberlo por boca de Alba.
Miro su dossier sin abrir que tengo sobre la mesa. Le pido la cuenta al camarero y al salir me acerco al contenedor de basura.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-86533829913449719232010-02-15T00:17:00.009+01:002012-05-26T18:49:27.308+02:00La cena-¡No me digas que lo que me ha hecho es normal...!<br />
Asiento, pero sólo de manera sutil; tengo a su pareja a mi lado, degustando un delicioso pollo tikka masala. Por tanto, no puedo tomar partido, debo mantener una prudente neutralidad aderezada, eso sí, con una pizca de comprensión.<br />
<br />
-¿Y qué esperabas después de lo de la semana pasada? -interrumpe ésta, reclamando ahora mi atención.<br />
Me vuelvo hacia ella y repito el ritual de asentir levemente. Y así se pasan toda la cena, turnándose para lanzarse toda clase de dardos, a cual más envenenado.<br />
<br />
Qué ingenua soy, me digo; esperaba que, por una vez, pudiera yo desahogarme con ellas. La paradoja es que, cuando están solas, no se pelean. Para ese menester necesitan una depositaria de sus reproches que muestre comprensión a partes iguales.<br />
<br />
-Tú querías contarnos algo... ¿verdad? -me pregunta finalmente una de ellas, mientras apura el café.<br />
<br />
Una perfecta y tontaina depositaria, para ser más exacta.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-12686786901748763752010-02-04T01:45:00.015+01:002010-06-11T17:16:26.307+02:00Tara y Vini-¿Tara? ¿Tu perra se llama Tara?<br /><br />-Sí, bueno... por “Lo que el viento se llevó”... -le contesto.<br />No tiene ni idea de lo que le estoy hablando pero sale airosa con un:<br /><br />-Veo que te pirran los clásicos.<br /><br />Más bien me pirra Vivien Leigh, pero no iba a llamar así a mi bobtail. Hace el gesto de acercarse a Tara para acariciarla pero se detiene y me dice:<br /><br />-Más vale que no, sino a Fivi le dará un ataque de celos y la liaremos-. Se vuelve hacia su golden retriever y, mientras la acaricia, le dice entre risas:<br />-¿Verdad que eres una celosita del carajo, Fivi? Sí, sí... igual que la dueña, -se yergue y me pregunta-. ¿Crees que los perros acaban pareciéndose a sus amos?<br /><br />-Sí, claro, terminan mimetizándonos -le contesto tajante. <br />Y es acabar de decirlo cuando Tara hace algo que jamás le había visto hacer antes: intenta montar a Fivi. Tiro de la correa para apartarla enseguida, pero es tan larga que hasta que no consigo tensarla, y eso me lleva unos eternos y abochornantes segundos, no logro hacerla bajar. La mujer se ha quedado tan sorprendida que solo acierta a decir:<br /><br />-Vaya... nunca había visto montar una perra a otra. Entre machos sí... Creo que leí en alguna parte que las vacas lo hacen... eso de montarse...<br /><br />Se agacha para acariciar a su perra que no se ha mostrado muy molesta con los modos de Tara.<br /><br />-Qué raro -me dice-. Fivi es muy arisca con los perros, si la intentan montar se revuelve furiosa.<br /><br />A duras penas consigo sujetar a Tara que insiste en acercarse a Fivi. Qué vergüenza me está haciendo pasar la maldita perra, aunque la otra podría colaborar un poquito y mostrarse más hosca.<br /><br />Logro calmarla y nos quedamos en un embarazoso silencio que nos apresuramos a romper hablando a nuestras respectivas del modo bobalicón que se emplea con lo perros y que yo tanto odio. Menos mal que la mujer termina por dirigirse a mí porque el repertorio de estupideces se me estaba agotando y Tara empieza a mirarme rara.<br /><br />Me cuenta que acaba de mudarse, que no conoce mucho el barrio y que si vengo a menudo a este parque. Le contesto sin mirarla, mientras acaricio a Tara, todavía ruborizada por lo de antes. Me hace un par de preguntas más y mientras le estoy contestando, levanto la vista para mirarla abiertamente. No me pareció especialmente atractiva cuando la observé en el parque, hace un rato, antes de que se aproximara y me preguntara por Tara, pero ahora no estoy tan segura... De cerca, esta mujer gana mucho. No estaría mal indagar si está casada, si tiene pareja y esas cosas... Mi dudas se disipan en parte cuando una de las niñas que correteaba por allí se aproxima llamándola mamá. La mujer le pasa la correa y la niña se aleja unos metros para jugar con la perra. Liberada de Vini , aprovecha para acercarse y acariciar a la mía. <br /><br />-Es preciosa -me dice-. <br />Miro orgullosa a Tara que está encantada de triscar con la mujer. <br /><br />-¿Sueles venir aquí a estas horas? -me pregunta, mientras se pone en pie<br />-Más o menos. Si coincidimos la ataré más corta para que no... bueno, para que deje tranquila a Vini.<br /><br />La mujer se ríe. Su modo de mirarme hace que se me disparen todas las alarmas. Desvío la vista hacia la niña y la perra, para no sonrojarme, sólo por mirar algo.<br /><br />-No te preocupes, no ha sido para tanto -me contesta. <br />Me vuelvo hacia ella extrañada porque su respuesta ha sido un tanto seca, y entonces caigo en la cuenta de lo que he hecho... Pero ahora no puedo soltarle que se confunde, que el gesto de rehuirla y mirar hacia la niña no era un: “con una niña por medio ni lo sueñes” sino un: “no sigas mirándome así que me pondré roja como un pimiento”. Aunque tengo la sospecha de que no está disgustada conmigo sino consigo misma, avergonzada de haber iniciado la maniobra de aproximación ante alguien tan inapropiada. Intento reconducir la situación buscando el atajo fácil; como la niña se ha reunido con nosotras, empiezo a preguntarle cosas sobre el colegio, sus amiguitos y otras por el estilo, pero compruebo, cada vez que miro a la madre, la ineficacia de la estrategia.<br /><br />Estoy de vuelta a casa. Nos hemos despedido en el parque porque ellas tomaban otra salida. Ha sido una pena no haber podido compartir una parte del camino de regreso, aunque con Tara atosigando a Fivi no habría sido sencillo.<br /><br />Es tarde, casi medianoche. Tara está todavía ocupando su parcela en el sofá, durmiendo. Me la quedo mirando pensando en su extraño comportamiento en el parque. ¿Qué mosca le habrá picado con esa perra? Automáticamente pienso en la dueña. Cuando nos hemos separado en el parque estaba resuelta a volver a verla, pero ahora en frío... tal vez no sea una buena idea. Puedo hacer un hueco en mi vida para una persona, pero para dos... Entorno los ojos hasta casi cerrarlos y pienso: ¿pero qué estoy diciendo? “Hacer un hueco”. Lo verbalizo, y me suena aún peor.<br /><br />Miro a Tara que sigue durmiendo, la acaricio y le digo:<br />-Mañana iremos a otro parque, el que se llega camino del centro. Está más lejos pero allí también lo pasarás bien.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-73815760408407601322010-01-15T01:46:00.027+01:002012-06-26T00:09:33.466+02:00La amiga de la UniversidadEl jefe de proyectos acaba de abandonar la sala. Ella empieza a recoger los papeles; no me queda otra que hacer lo mismo. Evitamos mirarnos. No ha sido una reunión agradable, como todas las que mantenemos últimamente. Cada vez es lo mismo; nos lanzamos a la yugular para defender lo nuestro y destrozar lo de la otra, y yo ya no me reconozco en ese lamentable papel de pitbull.<br />
<br />
No aguanto más. Dejo de ordenar el dossier, levanto la vista y le digo:<br />
<br />
-¿No ves que ese tío solamente busca que nos despedacemos entre nosotras? Por Dios, si solo le falta subirnos a un ring de barro.<br />
<br />
Sigue recogiendo las hojas como si nada. Su aparente indiferencia no me desanima.<br />
<br />
-Mira, esta asquerosa estrategia solo la está utilizando con nosotras... ¿No te das cuenta de que somos las únicas tías del proyecto y eso le revienta? Seamos solidarias, colaboremos para ayudarnos...<br />
<br />
Deja a un lado los papeles que tiene en la mano, me mira y contesta:<br />
<br />
-Tienes más cosas en común con el invertido ése, el moña de sistemas, que conmigo. Si buscas solidaridad, haz piña con él.<br />
<br />
Baja otra vez la mirada y sigue con sus papeles.<br />
<br />
-Aclárame una duda -empiezo a decirle-. ¿Tu homofobia te viene de la caverna de donde saliste o la cultivas desde que tu mejor amiga de la Universidad te dio calabazas? <br />
<br />
Levanta la vista furiosa. Por suerte, la asistenta del director financiero entra en la sala y nos interrumpe.<br />
<br />
-Perdonad chicas. La sala está reservada y tienen que prepararla para la siguiente reunión. Si no os importa...<br />
<br />
Las dos recogemos nuestros papeles sin acabar de ordenarlos y salimos. Me acerco a la mesa de la propia asistenta para dejar la documentación. Le echa una ojeada y aprovecha para decirme en tono confidencial:<br />
<br />
-Llevo más de veinte años en esta compañía y he visto de todo. Aquí la gente, para subir un peldaño, vendería hasta su madre. Por cierto, yo creo que más bien es lo segundo que lo primero.<br />
<br />
La miro sorprendida. Me señala la mesa donde está la otra y me susurra:<br />
<br />
-Seguro que su amiga de la Universidad la dejó más tirada que una colilla.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-85776175321319853072009-12-25T22:31:00.017+01:002010-10-01T18:11:54.382+02:00En la fiesta de empresaEl aire sopla con fuerza esta noche, o tal vez sea que aquí hay demasiada corriente. Después de cinco intentos logro que el encendedor prenda el cigarrillo. ¿Por qué en los días que montan estas estúpidas fiestas de empresa siempre hace un frío insoportable? Miro por el ventanal y veo a mis colegas dentro, asaltando a los camareros tan pronto salen de la cocina. Parece que ayunen una semana antes para darse hoy el gran atracón... <br /> <br />La veo a ella también aunque no parece muy interesada en los canapés. El de inversiones está a su lado; cómo no. Ambos están de pie, tomando una copa de vino, charlando con otros compañeros. Todo el mundo dice que están saliendo. Ese cretino... ¡Ay amiga! La envidia te está carcomiendo. Reconócelo; es un tipo agradable y además guapo, todas se lo rifan... ¡Joder, si es que hacen tan buena pareja...! <br /><br />Miro al cielo con la misma indolencia que miraría una farola. Olvídate, cero posibilidades, me digo entre calada y calada.<br /><br />-¡Uf! Qué frío hace aquí. ¿Me invitas a un cigarrillo?<br /><br />Me vuelvo hacia ella azorada pero no por el sobresalto sino porque he reconocido su voz al instante.<br />-Claro, -le contesto intentando disimular mi sonrojo-. Con este viento es mejor que lo enciendas tú misma-. Le alargo el paquete y el mechero.<br />-Si estás temblando... <br />-Ahora mismo no sé si tengo dedos o carámbanos -le digo a modo de excusa, mintiendo.<br /><br />Después de varios intentos consigue prender el cigarrillo. Se vuelve para mirar a través del ventanal<br />-Está animada la noche...<br />-Sí, sí lo está -le contesto.<br /><br />Se queda observando a su chico. Él, que no puede vernos, la está buscando con la mirada por todo el salón. Aparta la vista del ventanal con una displicencia que me desconcierta. Se da cuenta de que lo he visto; me mira fijamente como si quisiera confirmar lo que acabo de ver.<br /><br />-No es por él. Él es... un encanto. <br />Al oírlo el corazón se me encoge. Hago un esfuerzo y no desvío la mirada para que no note mi pesadumbre.<br /><br />-Soy yo -empieza a decirme-. Soy yo y mi eterna insatisfacción. Lo disfrazo de aspiración; nadie te reprocha por aspirar a más, al contrario, estigmatizamos al conformista. Pero esa ambición es solo un subterfugio para ocultar mi incapacidad para entregarme. Si no cuento los amores imposibles, otro recurso fácil, no creo que haya amado a nadie. No, no es falta de empatía, ni una psicopatía, es... como te explicaría... Al principio levantas un muro para defenderte de tu extrema vulnerabilidad; te resguardas de la decepción, del desamor, del desencanto... y luego te das cuenta de que ese mismo escudo te blinda de otras cosas que pueden ser maravillosas, pero sigues viéndote tan frágil que renuncias. ¿Se puede ser más cobarde e idiota? <br /><br />Nos quedamos en silencio. <br />-¿Por qué me lo cuentas a mí? -le pregunto.<br />-Descubrime ante alguien a quien le importo, no sé... tal vez sea el primer paso, aunque signifique bajarme del pedestal.<br /><br />Hace el gesto de devolverme el paquete de cigarrillos y el encendedor. Cuando los cojo, me toma la mano con suavidad y la acerca a su mejilla hasta rozarla. <br />Nos miramos sin decirnos nada. Me suelta la mano con la misma delicadeza que la ha tomado. A pesar del frío noto que me arde. <br /><br />Se vuelve y entra en el salón.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-26335020045705818492009-11-24T02:18:00.032+01:002010-10-01T18:23:14.477+02:00La suicidaNunca he tenido mucha suerte, esto unido a mi plana y anodina vida me llevó a la determinación de suicidarme. El problema es que mi cobardía me impide llevarlo a cabo por mí misma, así que cuando apareció el asesino en serie, supe que no podía desaprovechar esa oportunidad única. El plan era sencillo; pasearme por las calles solitarias a las horas que solía actuar y dejarme atrapar. El tipo en cuestión no era excesivamente sádico, se limitaba a un par de tiros por la espalda. Una muerte rápida que no debía ser muy dolorosa...<br /><br />La primera noche anduve por los barrios del puerto; asesinó en la zona residencial. Al día siguiente me fui a la zona residencial; actuó en la zona norte. Al tercer día me fui a la zona oeste. Él descansó. <br /><br />No me desanimé y seguí saliendo cada noche durante todo el mes. Mientras, el asesino mató a diez personas y la ciudad se sumió en una psicosis de terror y angustia; pero yo seguía sin dar con él -o él conmigo-. Una noche incluso, fui al lugar donde el día anterior había caído su última víctima. Todavía podía verse el rastro de sangre en el asfalto. Lo esperé durante horas, convencida de que así volvería al lugar del crimen, pero el ritual de invocación no funcionó en absoluto.<br /><br />Hoy me he enterado por la radio de que ha caído abatido por la policía. Adiós a mi plan y adiós a mis emocionantes paseos nocturnos. Qué irónico, paseos en busca de la muerte que me han hecho sentir más viva que nunca. <br /><br />Esta noche, sin embargo, vuelvo a salir tarde de casa, pero solo para comprar cigarrillos y tomarme una copa en el bar de la esquina. Cuando entro en este tugurio a estas horas siempre tengo la misma sensación; si fuera un marciano pasaría más desapercibida. Estos tipos parecen que nunca hayan visto una mujer en su vida. <br /><br />Saco el paquete de la máquina, recojo la copa que me han servido en la barra y me voy a la mesa del fondo. Cuelgo el abrigo en el perchero y cuando me vuelvo para sentarme, la veo de pie, delante de mí.<br /><br />-¿Puedo sentarme en tu mesa? -me dice la mujer.<br /><br />Hago un gesto con la cabeza y la mujer toma asiento.<br /><br />-¿Entonces, hoy no sales a pasear?<br /><br />Me la quedo mirando sin decir nada.<br /><br />-¿Sabes una cosa? -continúa la desconocida-. No hay nada excitante en matar a alguien que busca la muerte. Solo cuando arrebatas lo más preciado te sientes poderosa; lo demás carece de importancia... Bueno, eso y que un pobre diablo cargue con las culpas. Cuídate, tal vez nos veamos en otra ocasión.<br /><br />Se levanta y se marcha del bar. Miro a los tipos que están allí; es increíble pero nadie parece fijarse en ella. Cierro los ojos y pienso: no puede ser, lo he soñado. Me quedo inmóvil, aterida por un escalofrío que no logro sacudirme. Finalmente consigo levantarme de la mesa convencida de que sólo ha pasado en mi cabeza. Le pido la cuenta al que está detrás de la barra y el hombre me contesta:<br />-Tu amiga ya ha pagado.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-62079768427849867172009-11-11T01:01:00.003+01:002010-06-11T17:14:37.691+02:00Triste consueloAguzo el oído; me pongo en guardia. Alguien te menciona, de pasada, en medio de un asunto trivial que no da para mucho más. ¡Rápido! Tengo que buscar algún ardid para mantener vivo el tema. Alguien se me adelanta y desvía la conversación hacia otra trivialidad; me ha faltado muy poco para estamparla contra la pared. <br />No me resigno, y mientras las otras siguen con su cháchara, mi cabeza no para de buscar la forma de volver sobre ello.<br />Al fin encuentro un resquicio y consigo retomar el tema; al fin consigo que vuelvan a mencionarte.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-58878116321997410272009-11-11T00:57:00.011+01:002010-06-11T17:15:32.557+02:00La multaLa agente me mira incrédula ante mi mutismo. Mírame como te dé la gana; no pienso rechistar, ni implorar y menos explicar las razones de mi absurda infracción, y no lo hago por dos razones: primero, por sus ojos de color de miel y segundo, porque me tomaría por una chiflada. Cuando enfilé la calle tan estrecha y semipeatonal, en la que no se puede circular a más de veinte kilómetros por hora, esa mujer, arrastrando su carrito de la compra, me retó desde la acera. Vale, lo admito... fue un pique estúpido e infantil, pero ella, en su desafío, casi se lleva por delante a una anciana, y estuvo un tris de hacer volcar ese cochecito con su bebé dentro, eso sin contar con que, para ir más rápido se deshizo de un melón, allí, en medio, sin reparar en el daño que podía causar. <br /><br />La agente arranca la multa y me la entrega. Miro el dorso con la esperanza de que haya anotado su teléfono. Eso solo pasa en las películas; en las malas películas, me digo resignada. Enciendo el motor y antes de arrancar el coche la agente levanta la mano para que no avance. Se agacha para recoger algo, y, al erguirse, veo que tiene un melón entre las manos. Se lo mira extrañada y me da paso.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-52444957538732609062009-10-21T01:43:00.010+02:002012-05-16T00:43:24.083+02:00Hoy he soñado contigo-Hoy he soñado contigo...<br /><br />Por fin, me digo. He esperado más de tres meses para escuchar una frase parecida. ¿Le digo ahora que sueño con ella casi cada día? ¿Aprovecho también y le explico que aunque hace más de cinco años que nos conocemos, desde hace tres meses, cada vez que la veo tengo que sosegar mi respiración y controlar mis arritmias para que no se note mi nerviosismo? ¡Qué tontería! Seguro que ya debe saberlo, se me nota tanto... ¿Que cómo empezó? Creo que me fijé en algo; el arqueo de una ceja, una risa tras un chascarrillo, o puede que una conversación insustancial que mantuvimos o escuché... y ya no la vi igual. Es extraño porque si tengo -o tenía- que prendarme de alguien debía ser de buenas a primeras.<br /><br />-Yo también he soñado contigo... -le contesto excitada.<br /><br />-¡Qué casualidad! -me dice-. Te explico el mío... Yo iba en coche por una autopista, me paraba en el peaje y estabas tú, pero me decías que no podías atenderme porque estabas pintando el suelo de la cabina, así que levantabas la barrera y me dejabas pasar sin cobrarme ¡Qué raro! ¿no? ¿Y tú qué has soñado?Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1905283179654451627.post-30900318711735827522009-10-02T01:23:00.021+02:002010-06-11T17:17:17.740+02:00El día del examenEstoy por agarrarle el mentón o encenderle yo misma el cigarrillo si no, de fijo que acabaré chamuscándole el flequillo<br /><br />-Gracias. ¡Uf! Es que no puedo con estos nervios... -se disculpa después de dar una intensa calada al pitillo que acabo de prenderle.<br /><br />-Los exámenes me ponen enferma -empieza a decirme-. Es algo que me supera. Ya desde niña me pasaba... Y en la Universidad, ni te cuento. Sólo había que mirar mis uñas para saber cuándo estaba de exámenes <br /><br />Como se da cuenta de que me estoy fijando en su manos, me dice:<br /><br />-Ojalá hubiera descubierto antes este esmalte; oye, mano de santo... -y se ríe de su propia ocurrencia mientras me las muestra, satisfecha.<br /><br />-Hace años que debería habérmelo sacado -se lamenta, y vuelve a exhalar el humo del cigarrillo. El grupo de chicas que está detrás se aparta de la nube que las envuelve entre cuchicheos de reprobación y furibundas miradas. La mujer, que no se ha dado cuenta, sigue como si nada:<br /> <br />-Para el día a día no necesito el coche, pero si quiero salir el fin de semana o hacer algún extra pues me encuentro limitada... Cuando tienes pareja no caes en esos detalles, bueno, a veces sí lo pensaba, pero como lo hacíamos todo juntas y creía que lo nuestro sería para siempre... ¡Qué fastidio lo del coche, en serio! Si lo llego a sospechar, tal vez me esfuerzo más en salvar lo nuestro, o lo prolongo hasta hacerme con el maldito carnet -me dice entre risas nerviosas.<br /><br />Nos deseamos suerte antes de separarnos. Me fijo en que su aula está dos puertas más allá. Me acomodo en la mía y espero a que me entreguen la prueba; estoy más nerviosa pensando en acabarlo lo antes posible que en el examen que estoy a punto de empezar. A medida que lo voy completando la ansiedad va en aumento. <br />No tenía que haberlo fiado todo para después, aquí hay demasiada gente, en nada esto va ser un caos... Me va costar encontrarla.<br /><br /><br /><br />Saco las llaves del bolso, me estoy acercando al coche y es cuando la veo, caminando hacia mí, cogida del brazo de otra mujer. Está tan enfrascada hablando con la otra que no repararía en mí ni que me convirtiera ahora mismo en Jesucristo. <br />Me sorprendo al notar el aguijonazo de los celos. Qué absurdo y ridículo, me digo enojada.<br />Cuando estoy a punto de subirme al auto me sobresalto al escuchar un “eh, hola” desde la otra acera. La mujer se acerca rodeando el coche y se planta delante de mí. La otra, que se ha quedado rezagada, aprovecha para hablar por teléfono.<br /> <br />Vaya, entonces se acuerda de mí... y empezamos una conversación trivial tipo: sí, ya tengo el permiso desde hace tres meses (descartado pues que fuera a robar el coche o a conducirlo sin carnet). Me alegro de que tú también aprobaras los dos exámenes a la primera aunque eso te costara cinco amagos de infarto (risas francas por la ocurrencia). No, no hace falta que me des las gracias por la tranquilidad que te di antes del examen teórico (imagino que los cinco cigarrillos que te fumaste en esos dos minutos también ayudaron lo suyo). Ah, ¿me buscaste al acabar? (los tonos y las expresiones de indiferencia se me dan de miedo). Bueno, es comprensible que no me encontraras, había tanta gente por allí (mientes o no te esmeraste nada; fíjate en mí, solo me faltó rebuscar por debajo de los pupitres). Sí, ya es casualidad que hayáis aparcado delante de mi coche. Sí, a mí también me ha gustado verte otra vez.<br /><br />Subo al coche, me pongo el cinturón de seguridad, introduzco la llave de contacto, levanto la vista y observo que la mujer, que ya se había subido también al coche, se baja y viene hacia mí. Aprieto el botón del elevalunas y la ventanilla desciende.<br />-No sé tu nombre -me dice.<br />-Sara. <br />-Bien Sara, ¿te apetecería salir un día conmigo a tomar algo?<br />Miro el coche que está delante y señalándolo con el dedo, le digo:<br />-¿Tu novia no se lo tomará mal?<br />La mujer mira el coche, luego a mí y me contesta sonriendo:<br />-No es mi novia, es mi hermana...<br />Jamás me he alegrado tanto de meter la pata.<br />No se lo digo ahora, esperaré a nuestra primera cita para confesarle que cada vez realizaba las prácticas la buscaba entre los coches de las autoescuelas que pululaban por allí y, como no daba con ella, me repetía esperanzada para no desanimarme: el día del examen, como cuando la conocí.<br /><br />Nos intercambiamos los teléfonos y antes de despedirnos me dice:<br />-Cada vez que iba a la zona de prácticas para preparar el examen de circulación, me fijaba en los alumnos, por si te veía. Entonces me consolaba pensando en que quizá el azar estaba siendo caprichoso y reservaba el reencuentro para el día del examen, como cuando te conocí.Casandrahttp://www.blogger.com/profile/10843993632328255850noreply@blogger.com0