domingo, 29 de mayo de 2011

Mi vecina

Necesito un favor.

«¿Qué le costaría empezar con un hola o un perdona que te moleste».

Buenas noches  le digo, para ver si lo capta.

Tengo un problema  me contesta.

«No me digas más: te hace falta sal o azúcar o un par de huevos, o el minipimer: no, no, eso no, que aún no me lo has devuelto».

Tú misma, abre la nevera y sírvete  le digo en un tono neutro, como si fuera lo más normal del mundo que tu vecina te tome por su despensa.

Gracias, no me hace falta comida, lo que necesito es que vengas a mi casa. Mi ex está a punto de venir y quiero que me vea contigo. Te lo resumo en dos frases: me dejó tirada por una zorra que a su vez la ha dejado tirada a ella. ¡Dios, qué mal lo pasé! Bueno, pues ahora creo que está intentando volver conmigo y quiero hacerla sufrir...

Me toma del brazo y me lleva a su apartamento.

No se te ocurra decirle que eres mi vecina, me alecciona severamente.  Sospecharía en el acto que lo nuestro es una engañifa. Nos conocimos... por unas amigas en común...¡No, no... tampoco! las conoce a todas y te pondría en un aprieto. ¡Ya sé!, nos conocimos en un bar: derramaste una bebida y me dejaste perdida.

No sé si me apetece mucho pasar por una torpe  protesto sin mucha firmeza.

Nos acomodamos en el sofá de su apartamento y esperamos.

Entonces ¿no quieres volver con ella?  le pregunto.

 ¡Sí, por supuesto! Pero quiero que lo pase un poco mal. Escucha, si consigues a alguien tan fácilmente no le das valor, y menos si la has abandonado una vez. Tú no sabes de estas cosas, pero las mujeres somos así...

«Claro, como soy un geranio todo esto se me escapa».

Se levanta del sofá, y de la alacea toma una foto enmarcada.

Voy a esconderla  me dice. Sería raro que tuviera una foto suya a la vista estando contigo.

Pero antes me la muestra. Me pongo en pie también, se la devuelvo y le digo:

Llámala y dile que no estarás en casa.

Me mira sin comprender nada.

Tu ex es mi compañera de trabajo, desde hace seis meses, y no tiene ningún interés en retomar lo vuestro, sólo quiere utilizarte para intentar volver con la otra. Me lo contó el otro día. Lo siento mucho.

Nos quedamos en silencio.

Déjame sola  me dice desencajada.
¿Seguro?
Seguro. No pienso derramar ni una lágrima por esa zorra.

Al cabo de un rato suena el timbre de casa.

¿No tendrás por casualidad un tranquilizante o algo parecido?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

sigues sorprendiendome!

Vaughan dijo...

A mí también se me quedaría la cara desecajada..
Enhorabuena por tus post.. enganchan..

Casandra dijo...

¡Muchas gracias!

Mi alma escrita dijo...

Qué fuerte.
Muy buen texto.
Saludos :)

Eva dijo...

Una amiga me hablo muy bien de tu blog, y veo que no se equivocaba.
Enhorabuena

Casandra dijo...

Se lo agradezco a tu amiga. Gracias por pasarte por aquí.

¡Nos seguimos leyendo!