–Hoy invita la casa –me dice sonriendo la camarera.
–Creía que tu jefe era un agarrado de cuidado –le contesto sorprendida.
–En realidad invito yo. Es mi último día aquí.
–Entonces es motivo de alegría ¿no?
–De alegría, sí. Lo dejo. Me ha tocado la lotería –me dice exultante.
–Enhorabuena. Nunca antes había conocido a nadie que le hubiera tocado. Empezaba a creer que eso de la lotería era una leyenda urbana ¿Qué piensas hacer?
La camarera se pone nerviosa, como si no encontrara las palabras. Pasa un paño por la barra para ganar tiempo y me dice finalmente:
–Estoy un poco agobiada, me ha tocado tanto dinero que... Bueno, una cosa sí tengo clara: voy a viajar y a compartir lo que he ganado con la mujer de mis sueños... ¿te apetecería viajar por todo el mundo durante un año... conmigo?
Me quedo atónita mirándola. «Claro, es una broma» pienso; «aunque un poco rara».
–Muy divertida... tu broma.
Pero enseguida me doy cuenta de que está hablando en serio. La verdad es que no sé qué responderle.
–¡Pero si no me conoces de nada! Apenas si hemos hablado. Hasta me ha extrañado que me contaras lo de la lotería....¿Solo por que te pido amablemente el café y el cruasán? –le acabo diciendo enojada, buscando una explicación.
–Por Dios, no es eso... trabajando detrás de una barra llegas a conocer a la gente sin mediar muchas palabras... –se excusa ella sonrojada.
Nos quedamos en silencio. La camarera comprende enseguida de que ha empezado de la peor manera posible y lo intenta arreglar:
–Ha sido una tontería mencionarte lo del viaje. Yo sólo quería invitarte a salir, para ir a cenar o ...
–Dices que me conoces –la interrumpo.–Pues me ofende la opinión que te has hecho de mí. Sólo te has atrevido a invitarme después de decirme que tienes mucho dinero. Eso no me deja en buen lugar. ¿Crees que antes te habría rechazado y ahora aceptaría por tu pasta?
La camarera vuelve a sonrojarse. Cierra los ojos y me dice apesadumbrada:
–No, no es eso, de verdad... Es que mi nueva situación me ha dado agallas. ¿Por favor, puedes olvidar lo de la lotería y lo del estúpido viaje? Sólo soy una torpe camarera que está muy pillada por una clienta a la que quiere invitar a cenar esta noche.
Nos volvemos a quedar en silencio. Al fin le digo:
–El café se ha enfriado. ¿Me sirves otro, por favor?
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