domingo, 13 de enero de 2008

El tailandés

-Nadie te dice que tengas que enamorarte de Magda, sólo te pedimos que salgas con ella a cenar, sólo eso... una noche, no es pedir mucho ¿verdad? Ella estará encantada, en serio... se acuerda de ti, de cuando estuviste en la fiesta de cumpleaños de Mati. Magda es estupenda, todas se la rifarían para tener una cita...

-No puedo, no estoy de humor.

-¡Venga ya! ¿No puedes o no quieres? Te has instalado en esa malsana melancolía como si estuvieras enganchada, como si te regodearas en ella... Estás perdiendo el tiempo de una forma miserable. Sácate a esa mujer de la cabeza y haz algo con tu vida.

-¿No os dais cuenta de que sería una pésima compañía para esa pobre Magda? No quiero dejaros mal...

-Por eso no te preocupes, fue a ella a quien se le ocurrió lo de la cita. Nos preguntó por ti y al explicarle que estabas pasando por un bache se ofreció... quiero decir, propuso lo de la cena.

-Ya veo, como un acto de caridad...

-¡No, no, y no...! No sigas por ahí que ya empiezas a buscar una excusa para blandir tu pena. Toma, aquí tienes su teléfono...

He cogido el pedazo de papel de mala gana, sin ninguna intención de llamar a la compasiva Magda.

Y mientras estoy en casa dándole vueltas a la conversación con mis amigas, tomo el papel donde tengo anotado el teléfono, me quedo mirándolo... A lo mejor sí que me he parapetado en una absurda aflicción que no conduce a nada.

Cojo el móvil y tecleo el número. Me equivoco dos veces y maldigo mi torpeza. Esto es una señal para no llamarla, me digo, pero lo intento una vez más; ahora sí escucho los tonos de espera... Si al próximo no responde corto. Al instante de pensarlo salta el buzón de voz. Definitivamente voy a colgar, esto no va a salir bien, pero cuando oigo el pitido para dejar el mensaje me viene a la cabeza la imagen de la otra.

-Hola Magda, soy la amiga de María y Lucía... ya sabes, "la afligida" Sara. Me preguntaba si te gustaría un tailandés, quiero decir... me refería para cenar, claro... qué iba a ser sino... ejem... Vaya aclaración más tonta ¿no? En fin... si te apetece, me llamas...

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