–¡No me digas que lo que me ha hecho es normal...!
Asiento, pero sólo de manera sutil. Tengo a su pareja a mi lado degustando un delicioso pollo tikka masala; debo mantener una prudente neutralidad, aderezada eso sí, con una pizca de comprensión.
–¿Y qué esperabas después de lo de la semana pasada? –interrumpe ésta, reclamando ahora mi atención.
Me vuelvo hacia ella y repito el ritual de asentir levemente. Y así se pasan toda la cena, turnándose para lanzarse toda clase de dardos, a cual más envenenado.
Qué ingenua soy. Esperaba que, por una vez, pudiera yo desahogarme con ellas. El caso es que, cuando están solas, no se pelean; para eso necesitan una depositaria de sus reproches que muestre comprensión a partes iguales.
–Tú querías contarnos algo... ¿verdad? –me pregunta finalmente una de ellas, mientras apura el café y le pide la cuenta al camarero.
Una perfecta y tontaina depositaria, para ser más exacta.
martes, 15 de febrero de 2011
La cena
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Jajaja, todas hemos hecho de depositarias alguna vez. Me encanta leerte, un beso.
...
Pues sí, hay gente, y por ende, parejas, que necesitan de terceros depositarios para comunicarse, para sentirse "realizados"... y no se dan cuenta de lo egoístas y egocéntricos que pueden llegar a ser.. incluso de los daños colaterales que pueden provocar.. pero..asi son las cosas..
A mi tb me gusta leerte..
Vaya, vaya... veo que podríamos hacer un manual sobre el asunto.
Un beso.
Publicar un comentario