La mujer que lleva observándome desde hace un rato se acerca.
–¿Conocía a la difunta?
Le contesto no.
–¿Amiga de la familia?
–No.
-¿De la empresa?
–No.
-¿Del club de lectura?
–No.
–¿Es usted de la funeraria?
–No.
–¿De la compañía de seguros?
–Tampoco.
–Vale, me rindo... ¿por qué está en el velatorio de mi hermana?
–Ayer leí su esquela en el periódico. Nació en el mismo día y año que yo, y se llamaba igual que yo. Sólo quería comprobar que no era yo.
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