Acabo de recibir un mail de mi amiga de Nueva York: me dice que ha cortado con Nancy y que vuelve aquí para instalarse.
Trago saliva; acaban de esfumarse de un plumazo todas mis excusas y coartadas. «Qué cobarde he sido» –me digo, «pero esto tiene que cambiar ahora que vuelve...»
A media mañana tomo el teléfono y marco la extensión de Recursos Humanos.
–Oye ¿todavía queda alguna vacante en la sucursal de Shanghai?
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