–Hola, ya sabes quién soy ¡y no se te ocurra colgarme el teléfono porque sabes que soy muy capaz de presentarme delante de tu casa y decírtelo a grito pelado! ¿Se puede ser más vil, desleal y mezquina de lo que has sido tú con Alba? Ya sabemos que el amor se acaba, las parejas rompen, nada es eterno... ¿Pero qué te costaba hacerlo con elegancia y tacto? ¡Ah claro! Se me olvidaba que esas palabras no están en tu diccionario, sobre todo si las tienes que aplicar en las relaciones con humanos. ¿Cómo has podido engañar a una persona tan íntegra y entera, a alguien que te ha ayudado tanto cuando las estabas pasando canutas? ¿Cómo has podido humillarla de esta manera?...¡Eh! ¡Respóndeme! ¿Cómo se puede caer tan bajo?
–Sí, ya... pero es que te has equivocado de número –logro decirle al fin.
Silencio.
–Madre mía, ¿pero por qué no me has cortado antes? –me dice la desconocida.
–¡Ya me dirás cómo! Si hasta empezaba a recordar a esa pobre Alba, y eso sí que tiene mérito porque no conozco a ninguna Alba...
Risas, nerviosas me imagino, al otro lado de la línea.
–¿Te vale con un sentido "lo siento, discúlpame"? –me dice azorada.
–No, no me vale en absoluto –le respondo.
–Perdona ¿cómo has dicho?
–Si te doy el teléfono de mi ex y te cuento mi lista de agravios, ¿podrías llamarla tú y cantarle las cuarenta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario