Hablamos de amor y desamor sin importarnos si los que están sentados cerca de nuestra mesa escuchan nuestras historias, como si el mar y la brisa fueran los únicos testigos de nuestras confidencias.
Un mujer se acerca a nuestra mesa.
-Espero que la comida os haya gustado, y espero veros por aquí otra vez... -nos dice sonriendo.
Me fijo en sus ojos azules tan intensos, como si hubieran mimetizado el color del mar.
Le devolvemos la sonrisa. Nos miramos en silencio; volvemos a tener conciencia de que hay gente alrededor, de que el sol ya está bajando...
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