viernes, 18 de septiembre de 2009

Tai chi

-¿Dónde está mi querida hermana?
-En su segunda casa.
-¿A estas horas está en el bingo?
-Ojalá estuviera en el bingo -me contesta enojada- ¡Y pensar que fui yo quien la animó a hacer tai-chi! Ahora se pasa todo el día en ese centro. No sé qué pensar... me escama tanto entusiasmo.

Conociendo a mi hermana me puedo imaginar hacia donde se dirige su entusiasmo. ¿Cómo puede ser tan burra y echar a perder sus relaciones así?

-¿A ti no te ha dicho nada? -me pregunta-. Quiero decir, si ha conocido a... bueno ya me entiendes...

Me la quedo mirando con el gesto torcido. Aunque puedo entender su desesperación, la pregunta se las trae... y no es por que sea mi hermana.

-Tenía que haberme enamorado de ti -me suelta inesperadamente.
-No será por que yo no lo intenté.
-No insististe lo suficiente.

Lo habría hecho si tú hubieses sido más clara, pero a cada gesto esperanzador que creía percibir le seguían tres que me decían todo lo contrario. Al final me convencí de que no te interesaba, ¿y ahora me sales con esas? No tienes ni idea de lo que me costó ponerte en la periferia de mi vida.

-Ya sabes que la constancia no es lo mío -le contesto con falso desdén-. Además, ¿de verdad piensas que por mucho que hubiese insistido habrías caído rendida a mis pies?

Nos quedamos mirándonos, sonriendo, sin decirnos nada.

Me estremezco, sólo un poco. Un reacción refleja producto del recuerdo, me digo... Sí, seguro que sólo se trata de eso...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espero que llegues a los 100 y lo celebremos...(Los quiero encuadernados en piel como libro de cabecera).
Es un gustazo leerte.
Besos
Cris