martes, 21 de abril de 2009

La vecina de abajo

Abro la puerta sin ojear la mirilla. Es mi vecina de abajo.

-Perdona ¿te importaría hacer menos ruido al caminar? Es que desde mi piso se oye mucho el taconeo de tus za...

Y antes de acabar la frase se queda mirando mis pies, calzados con unas pantuflas que hasta mi abuela se avergonzaría llevar.

-Pues ya sólo me queda levitar para no hacer ruido -me excuso abochornada, mientras intento esconder un pie tras el tobillo del otro.

-Tal vez sea tu compañera -me contesta, levantando por fin la vista para echar una ojeada por encima de mi hombro.

- Es bastante difícil, se fue ayer de viaje, así que... estoy sola -le digo, cortada todavía por la pinta que debo tener.

-Qué casualidad, mi amiga también se fue ayer de viaje, por trabajo. Eso me fastidia mucho porque no me gusta estar sola, me da miedo. Qué tonta soy, pero no puedo evitarlo ¡qué se le va a hacer! y por desgracia últimamente tiene que viajar bastante... Veo que tú lo llevas bien, qué suerte tienes, pero si algún día te apetece bajar a tomar un café, o lo que sea... Pues es raro lo de las pisadas ¿no te parece?

- A lo mejor es un fantasma -le respondo, muy animada por la descarada proposición que acaba de hacerme y, sin pensar ya en mi aspecto- ¿Por qué no? Ja ja ja, puede que sea un fantasma un poco afeminado, en vez de arrastrar cadenas, le da por llevar zapatos de tacón para asustar a todo el edificio...

Le cambia el semblante, caigo en la cuenta de que me acaba de decir que es muy miedosa; no creo que tenga mucho sentido del humor. Se despide a toda prisa y vuelve a su apartamento.

Me quedo sola en el rellano maldicendo mi torpeza.

No hay comentarios: