viernes, 12 de junio de 2009

El juego de llaves

-Calma, que no cunda el pánico. Vamos a solucionar esto de la mejor forma posible. Tranquilidad sobre todo.

Si supiera lo que me carga cuando se pone en este plan. Si al menos fuera real; pero este pretendido aplomo no esconde más que un manojo de nervios y malhumor que ya sé cómo va a terminar.

Yo no tengo la culpa de que con las prisas del viaje las dos nos dejáramos dentro nuestras llaves. Ni siquiera me di cuenta de que era su madre la que cerraba la puerta y echaba la llave; y ahora, su madre y el único juego de emergencia que teníamos, vuelan hacia Río.

-No queda otra que llamar a un cerrajero -le digo resignada.

Aunque más nos valdría llamar a un artillero para echarla abajo, porque cualquier cerrajero no va a poder abrir esta mole con sus dos cerraduras de alta seguridad. Ya sé que no es el momento de discutir sobre su obsesión por blindar el piso, pero me dan ganas viendo su cara acusadora.

-Espera, no está todo perdido -balbuce ella-. Hay otro juego de llaves que podemos utilizar, -desvía la mirada para no toparse con la mía-... las tiene Mónica

-¿Me estás diciendo que tu ex tiene llaves de nuestra casa?

-De mi casa -me corrige ella.

-¡Ah! Perdona, creí que cuando decidimos que dejaba la mía para mudarme aquí, esta sería “nuestra” casa -le respondo agriamente.

-Lo siento, no he querido decir eso... Escucha, lo de las llaves no significa nada, era por si había una emergencia, como lo de ahora. Aún tendrías que estarme agradecida...

-Pues muchas gracias -la interrumpo-. Recuérdame que también haga otro juego para mi ex, por si nos fallan todas las demás... pero tranquila, eso tampoco significará nada.

-No saques las cosas de quicio y no compares a Mónica con tu ex.

Tiene toda la razón, mi ex se comportó como una canalla y Mónica, en cambio, es una chica maja, y eso es precisamente lo que más me jode, que no tengo argumentos contra ella. ¿Por qué las ex no pueden desaparecer de la vida de sus ex y dejan de dar la lata?

Busco el paquete de tabaco en mi bolso y, al meter la mano, me doy cuenta de que en el extremo el forro está descosido y que las llaves están por debajo. Las recupero y se las enseño. No nos decimos nada.

Abro la puerta. Entramos. Yo me voy directamente al balcón a fumar y ella a llamar a Mónica para pedirle que le devuelva su juego de llaves.

5 comentarios:

Ambar dijo...

Se me ha echo tan divertido pasar por aqui, els entido del humor lo tienes a flor de piel..
saludos

Casandra dijo...

¡Qué sería de la vida si no tuviéramos el humor!

Gracias.

Anónimo dijo...

es mas que humor¡es agridulce ,muy visual, como de "escena uno toma treinta y tantas..."de una distancia irónica con lo emocional ...siguen gustandome y me pregunto quien se esconde ahi.

Casandra dijo...

Tu comentario es muy halagador, en cuanto a quién se esconde ahí, si te refieres a Casandra, pues por desgracia no tiene (tengo) mucho misterio, salvo que, tal vez, explico las historias de un modo un poco distinto.

Gracias por leerme

Anónimo dijo...

No se necesita mucho o poco misterio para que el misterio te enganche... saludos ;D