viernes, 3 de julio de 2009

La carta

Me abre la puerta sin decir nada. Me mira y vuelve sobre sus pasos arrastrando los pies, cabizbaja. Cierro la puerta tras de mí y la sigo.

-Estaba preocupada, -empiezo a decirle-. No contestas a mis llamadas, no has ido a trabajar y...

Cuando veo el estado de su apartamento, enmudezco. Todo el suelo está cubierto de bolas de papel.
Como una autómata se sienta, toma la pluma y escribe sobre la mesa repleta de papeles.

-No, no... no me acaba de salir redonda -se dice.

Coge la hoja, la estruja y otra pelotita va a para al suelo.

-¿No sería más práctico -y ecológico, pienso- que lo hicieras con el ordenador?

-Por favor, ¡qué poco romántica eres! -me lo dice con una mueca de fingida ofensa, burlándose de su propia respuesta.

Y vuelve a garabatear la hoja como si le fuera la vida en ello.

-Cuando consiga acabarla se va a dar cuenta, -me dice... o se dice, sin dejar de escribir-. Esto me está costando más de lo que creía -masculla- pero cuando la tenga...ah, entonces lo comprenderá todo... No, no... esta frase no me gusta así...

-Si no quiere hablar contigo, ¿crees que va a leer tu carta? Tómate un respiro y salgamos un rato, así te aireas un poco.

No me responde y sigue escribiendo frenéticamente.

-Escucha -le insisto-. Vayamos a cenar por ahí. Me han hablado de un italiano que...

-No quiere estar más con alguien incapaz de ser cariñosa, de abrirse. Yo le decía que vale, que a lo mejor no soy muy expresiva, pero le he demostrado con hechos que la quería, ¡vaya si lo he hecho! Tú lo sabes. Los hechos son lo más importante -me enfatiza, golpeando su índice contra la mesa-. Ella me reconocía que sí, pero que las palabras y los gestos también. Bien, pues cuando lea esta carta, comprenderá que soy capaz de hablar de sentimientos, de emociones, y se dará cuenta de que estaba muy equivocada conmigo.

-¿De verdad piensas que...?

-Ya sé lo que me vas a decir -me interrumpe, mientras toma un puñado de hojas y las estruja con una mano mostrándomelas-. Que todo esto se lo tenía que haber dicho hace tiempo.

Las tira al suelo y empieza a llorar.

No sé cuánto tiempo hemos estado abrazadas. Ella llorando y yo consolándola. Venga tía, que no es el fin del mundo, anímate, que esto pasará... Y aunque es imposible recurrir a frases más tópicas, no dejo de repetirlas una y otra vez porque si sólo oigo su llanto, me desmorono con ella sin remedio.

-Hazte un favor -le digo finalmente-. Ven a cenar conmigo. Y hazme un favor a mí: dúchate.

Mi amiga no volvió a su apartamento ni esa noche ni a las treinta siguientes. Durante el mes que estuvo en mi casa no la vi escribir ni una nota, ni mencionó el tema. Hablábamos, sí, de cómo se sentía pero no volvió decirme nada sobre la carta. Creo que después de aquello se le fue completamente de la cabeza la idea de escribirla.

Esa noche precisamente, mientras se duchaba, tomé uno de los borradores que tenía sobre la mesa y lo leí. Esperaba la típica carta que se escribe al abismo de una ruptura, pero aquello era algo distinto. Descarnada, directa; mi amiga se descubría de una forma casi impúdica. Su arrojo me empequeñeció. Lloré, pero no creo que fuera por ella...

8 comentarios:

Verónica dijo...

Me gusta tu forma de escribir y sobre todo de sentir...

besotes de esta peke.

pd. te espero por mi rincon siempre que quieras con tu taza de cafe, si gustas...

Casandra dijo...

Me encantará pasarme por allí...

¡Nos leemos!

Vaughan dijo...

Hay tantas cartas escritas y mentales que nunca acaban de mandarse.. Espero el siguiente post con impaciencia je ;)

Casandra dijo...

Sí, ojalá siempre tuviéramos el arrojo... o la facilidad de palabra(o mejor todo junto)

Gracias por pasarte por aquí. ¡Nos seguimos leyendo!

Silente dijo...

Mensajes inconclusos para almas perdidas, ojala las cartas fueran liricas tan profundas, tan nostalgicas, tan ausentes de miedo y carentes de temor.
hay relatos que van mas alla de nuestra menta, para hacerce luz en medio de la noche, para convertirce en silencio ante tanta tempestad..

Saludos desde el olvido..

Casandra dijo...

¡Espero que ese saludo no sea literal!

;-)

Anónimo dijo...

Tú escribiste con mucho sentimiento esta historia… y me gustó. Un placer leerte. Saludos.

Anónimo dijo...

Me gusta.