viernes, 25 de diciembre de 2009

En la fiesta de empresa

El aire sopla con fuerza esta noche, o tal vez sea que aquí hay demasiada corriente. Después de cinco intentos logro que el encendedor prenda el cigarrillo. ¿Por qué en los días que montan estas estúpidas fiestas de empresa siempre hace un frío insoportable? Miro por el ventanal y veo a mis colegas dentro, asaltando a los camareros tan pronto salen de la cocina. Parece que ayunen una semana antes para darse hoy el gran atracón...

La veo a ella también aunque no parece muy interesada en los canapés. El de inversiones está a su lado; cómo no. Ambos están de pie, tomando una copa de vino, charlando con otros compañeros. Todo el mundo dice que están saliendo. Ese cretino... ¡Ay amiga! La envidia te está carcomiendo. Reconócelo; es un tipo agradable y además guapo, todas se lo rifan... ¡Joder, si es que hacen tan buena pareja...!

Miro al cielo con la misma indolencia que miraría una farola. Olvídate, cero posibilidades, me digo entre calada y calada.

-¡Uf! Qué frío hace aquí. ¿Me invitas a un cigarrillo?

Me vuelvo hacia ella azorada pero no por el sobresalto sino porque he reconocido su voz al instante.
-Claro, -le contesto intentando disimular mi sonrojo-. Con este viento es mejor que lo enciendas tú misma-. Le alargo el paquete y el mechero.
-Si estás temblando...
-Ahora mismo no sé si tengo dedos o carámbanos -le digo a modo de excusa, mintiendo.

Después de varios intentos consigue prender el cigarrillo. Se vuelve para mirar a través del ventanal
-Está animada la noche...
-Sí, sí lo está -le contesto.

Se queda observando a su chico. Él, que no puede vernos, la está buscando con la mirada por todo el salón. Aparta la vista del ventanal con una displicencia que me desconcierta. Se da cuenta de que lo he visto; me mira fijamente como si quisiera confirmar lo que acabo de ver.

-No es por él. Él es... un encanto.
Al oírlo el corazón se me encoge. Hago un esfuerzo y no desvío la mirada para que no note mi pesadumbre.

-Soy yo -empieza a decirme-. Soy yo y mi eterna insatisfacción. Lo disfrazo de aspiración; nadie te reprocha por aspirar a más, al contrario, estigmatizamos al conformista. Pero esa ambición es solo un subterfugio para ocultar mi incapacidad para entregarme. Si no cuento los amores imposibles, otro recurso fácil, no creo que haya amado a nadie. No, no es falta de empatía, ni una psicopatía, es... como te explicaría... Al principio levantas un muro para defenderte de tu extrema vulnerabilidad; te resguardas de la decepción, del desamor, del desencanto... y luego te das cuenta de que ese mismo escudo te blinda de otras cosas que pueden ser maravillosas, pero sigues viéndote tan frágil que renuncias. ¿Se puede ser más cobarde e idiota?

Nos quedamos en silencio.
-¿Por qué me lo cuentas a mí? -le pregunto.
-Descubrime ante alguien a quien le importo, no sé... tal vez sea el primer paso, aunque signifique bajarme del pedestal.

Hace el gesto de devolverme el paquete de cigarrillos y el encendedor. Cuando los cojo, me toma la mano con suavidad y la acerca a su mejilla hasta rozarla.
Nos miramos sin decirnos nada. Me suelta la mano con la misma delicadeza que la ha tomado. A pesar del frío noto que me arde.

Se vuelve y entra en el salón.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperar, esperar y esperar. Siempre lo mismo, esperar a que la otra persona se acerque, nos mire, nos roce, nos hable, sepa que existes.
Precioso, como siempre.
Ana.

Anónimo dijo...

La fragilidad me enternece, aun mas la que se abriga de seguridad y fortaleza pero que luego cae sobre las espaldas como plomo y hace posible el sonrojarse de inocencia de nuevo.

Buscar, soltar amarras para atreverse a amar...no cuesta tanto..o si?

gracias.

Casandra dijo...

Tal vez lo sepa... tal vez sea como ella.

¡Feliz año!

Casandra dijo...

No, no debería costar

Gracias por pasarte, gracias por leerme.

Anónimo dijo...

He descubierto tu blog navegando de forma errática, así que no sé ni como he dado con él. Pero ha sido una sorpresa encontrarlo y disfrutarlo. He leido todos los relatos que tienes, me encanta tus ocurrencias y situaciones. Tan simples a veces, que no pensamos que nos pueden llevar a marcar un antes y un despues en nuestra vida.
Sigue así, espero leerte muy pronto. Un beso

Casandra dijo...

Me alegro de que el azar te haya traído por aquí y te haya gustado.

Otro para ti.

Anónimo dijo...

Oh, vaya, gracias por contestar!Leí este relato y ya no pude dejarlo hasta que no acabé con todos. Me enganché, (tenian un no sé qué,que qué sé yo, que yo que sé, jejeje). Con cada uno sentí una sensación distinta. Espero disfrutar pronto de alguna nueva obra, por corta que sea es bien recibida (ya que para nada es directamente proporcional a la intensidad de la misma). Un beso


...

Anónimo dijo...

Siento que soy ella...
Me trajo la casualidad pero la sensacion que me produce lo que escribes me hara una eterna lectora de tu arte

Casandra dijo...

¡Gracias por tu comentario!